Las croquetas de mi madre

El secreto de las croquetas es hacerlas con mucha paciencia y mucho cariño. Una vez hechas, se pueden congelar (sin freír, claro) y hacerlas cuando nos apetezcan.

INGREDIENTES:

  • 1 Litro de Leche
  • 4 Cucharadas soperas de Harina
  • 250 Gr. de Pechugas de Pollo
  • 200 Gr. de Jamón Serrano
  • 4 Cucharadas de Mantequilla
  • 1 Pizca de Nuez Moscada
  • Molida
  • Sal
  • 2 Huevos
  • Pan rallado (lo que nos pida)
  • Aceite de Oliva

PREPARACION:

Cortamos las pechugas de pollo en filetes (que no sean muy finos para que no se queden secos), los salamos y en una sartén con una cucharada de aceite de oliva, los hacemos a la plancha hasta que estén ligeramente dorados por los dos lados, reservamos.

Picamos el jamón en cuadraditos pequeños y los rehogamos un poco en la misma sartén que las pechugas. Picamos también el pollo en trozos pequeños y reservamos junto con el jamón.

En un cazo ponemos la mantequilla a fuego medio-bajo, cuando se haya derretido, vamos añadiendo la harina, poco a poco, removiendo bien durante unos minutos.

Incorporamos la leche en pequeñas cantidades, batiendo con energía para que no se hagan grumos (si se nos hacen grumos, la solución es usar la batidora para quitarlos). Dejamos cocer a fuego lento, removiendo a menudo para que no se nos pegue, hasta conseguir una masa espesa y cremosa, echamos la pizca de nuez moscada.

Añadimos el pollo y el jamón (no escurrais el jugo que sueltan, incorporarlo a la bechamel), rectificamos la sal. Cocemos a fuego lento durante 10 o 15 minutos más. Vertemos la masa en un plato y dejamos enfriar bien.

Ahora vamos a hacer las croquetas. Batimos los huevos y ponemos el pan rallado en un plato. Cogemos pequeñas porciones de masa con una cuchara y las pasamos primero por el huevo y luego por el pan, dándole una forma redondeada. Freímos las croquetas en aceite de oliva bien caliente, hasta que estén doradas. Las sacamos y dejamos escurrir en papel de cocina.

El secreto de las croquetas es hacerlas con mucha paciencia y mucho cariño. Una vez hechas, se pueden congelar (sin freir, claro) y hacerlas cuando nos apetezcan.