Las judías verdes son un alimento con un bajo aporte calórico. Presentan menos de 30 calorías por cada 100 gramos. Este contenido calórico se debe a la presencia de hidratos de carbono, como el almidón, que se encuentran concentrado en sus semillas, así como a la presencia de una pequeña cantidad de proteínas.
Son una buena fuente de fibra, aunque su contenido es menor al que encontramos en otros vegetales. Entre sus minerales destaca la presencia de potasio y calcio, y en menor proporción, yodo, fósforo, hierro y magnesio.
Cuando se compran judías verdes se han de seleccionar aquellas que presenten un color vivo y brillante, sin decoloramientos anormales. Han de tener una forma regular y no ser muy duras al tacto. Si acercamos los extremos de la vaina y ésta se dobla sin romperse quiere decir que no está fresca. Por tanto, habrá que desechar esas vainas, que son flojas y blandas. También conviene descartar aquellas que estén demasiado duras y fibrosas porque son signos de que ha pasado su punto de maduración.
Las judías de mayor calidad son aquellas en las que las semillas están poco marcadas. Otro método de comprobar su grado de frescura y terneza es observar que cuando se quiebran aparece una gota de agua. Las más tiernas suelen ser las que no sobrepasan quince centímetros de longitud. Una vez en casa, es recomendable meter las judías verdes en una bolsa de plástico perforada y mantenerlas en la parte menos fría del frigorífico. De este modo, conservan todas sus cualidades durante un periodo de cinco a diez días. Si se quieren conservar congeladas, habrá que escaldarlas previamente durante unos tres minutos.
- 1 kg de judías verdes frescas.
- 2 puerros.
- 1 cebolla pequeña.
- 3 patatas medianas.
- un hueso de caña.
- un chorrillo de aceite de oliva virgen extra.
- Agua y sal.
– Cortamos las judías por la mitad, despojándolas de las puntas y de los hilos.
– Las lavamos y las ponemos a cocer en agua con sal, junto con el hueso de caña, los puerros también limpios y troceados,la cebolla y el aceite.
– Cuando las judías estén semicodidas, añadimos las patatas cortadas en cascos. Retiramos el hueso de caña.
– Una vez todo bien cocido, escurrimos el agua sobrante. Reservándolo en un bol por si nos hace falta aligerar el puré una vez nos dispongamos a pasarlo por la batidora.
– Vaciamos el hueso de caña, y agregamos el tétano a las judías. Batimos, y le damos el espesor deseado.