Para esta receta clásica donde las halla en toda la península ibérica tengo que reconocer que donde mejor me sale es en el wok, es increíble la cantidad de registros buenos que se consiguen con este tipo de sartén, se ponen a freír los ajos con muy poco aceite, cuando se empiecen a dorar se añaden unos taquitos de tocino fresco, y cuando el asunto graso del bicho se empieza a dorar, se retiran y a esperar.
Se vierte el agua caliente que tiene que ser en la misma proporción que la harina -yo pongo dos vasos de cada y comemos cuatro o cinco – cuando el agua empiece a hervir se cuentan diez minutos y entonces se añade muy poco a poco la harina. Al momento se hará una pasta que habrá que desliar a base de brazo y rasera, sin parar de mover hasta desmenuzar en migas, que pa eso se llama así este plato.
Acompaña muy bien con pimientos fritos, chorizo, morcilla, magra y cualquier arreglo del cerdo. Pero es muy común en Almería comerlas con rabanitos, arenques secos, sardinas o jureles, bacalao asado, o el remojón, que es un caldo caliente de pimentón. Y también están exquisitas con fruta, como el melón, la granada, la chirimoya o las uvas.
No poner sal de principio, ya que el tocino nos la puede jugar, es preferible ir probando mientras se menean las migas y si están algo sosas ir añadiéndole poco a poco. Estas migas son de harina, la mejor con diferencia es la de sémola, se deslía antes y mejor. Si no tengo de esta harina prefiero hacerlas de pan… pero esta es otra receta.