Rosquillas de naranaja

Éxito asegurado y además superfáciles de hacer.

¡Qué éxito, pero qué exito! Tal es así, que esta mañana las hice y esta tarde he tenido que volver a hacer, salen unas veinte rosquillas que visto está, según en qué familias duran un abrir y cerrar de ojos.

Aparte, encima resultan ser las rosquillas más sencillas que he hecho jamás, le he dicho adiós a la ardua tarea de hacer rulitos uno a uno y cerrarlos, uno a uno para formar las rosquillas y le he dicho hola al rodillo, ya verán por qué.

Lo primero que haremos será pelar una naranja procurando pillar lo menos posible de blanco. Cogemos un trocito de la misma de unos diez centímetros y lo ponemos en una sartén con unas cinco cucharadas soperas de aceite a calentar pero sin que se dore la cáscara, justo antes de que esto ocurra apagamos el fuego y apartamos la sartén para que se enfríe un poco el aceite.

Mientras, ponemos en el accesorio picador de la batidora unas cuatro cucharadas soperas de azúcar y le damos cañita al asunto hasta que se nos muela bien. Este azúcar la usaremos para espolvorear las rosquillas una vez hechas.

Ahora en la picadora vacía otra vez, ponemos toda la piel de la naranja y venga que le damos otra vez hasta que se pique al máximo. Esta será nuestra particular ralladura de naranja.

Es importante moler primero el azúcar y luego la naranja pues si lo hiciésemos al revés, el recipiente de la batidora con la naranja quedaría mojado y el azúcar se nos apelmazaría.

Pues ya lo tenemos todo, ahora en una fuente amplia ponemos el aceite que previamente habíamos calentado, 2 huevos, 10 cucharadas soperas y colmadas de azúcar, la ralladura de la naranja y el zumo de la misma (no hace falta ensuciar el exprimidor con la mano podemos estrujarla bien con cuidado de que no caigas las pipas y ya está), cinco granitos de sal gruesa y la harina de repostería que haga falta para que la masa no se nos pegue a las manos, calculo que mínimo unos 400 gramos harán falta pero ya les digo que el punto es que no se pegue, primero empezamos batiéndolo todo con poca harina y con ayuda de una cuchara y luego a medida que añadamos más harina lo haremos con las manos.

Llegados a este punto espolvorearemos la encimera de la cocina con harina y pondremos la masa echa una bola sobre ella, la dejamos reposar cinco minutos y le pasamos el rodillo con suavidad hasta dejar la masa de un centímetro de grosor.

Ahora con ayuda de un vaso de los de cortado o una tacita de café vamos cortando los círculos y con el dedo le formamos el agujerito, las vamos disponiendo sobre un plato para luego freírlas en aceite no muy caliente.

Las sacamos y ponemos sobre un plato con papel absorbente y luego espolvoreamos con el azúcar que habíamos molido al principio.