¡Qué ricos están los mejillones! Me encantan a la vinagreta, en salsa, al vapor, rebozados “tigre”, con salsa escocesa …mmmhhh!!!! Son perfectos como aperitivo, para la cena y además son muy baratos. Para completar esta oda a sus cualidades no puedo dejar de comentar que son una fuente de proteínas muy importante y no engordan nada. Ricos en vitamina B12, y en yodo, también nos ayudan a equilibrar el contenido de Omega 3 y Omega 6 que necesitamos en nuestra dieta.
Después de esta introducción que os estoy haciendo vais a tener que prepararlos, sobre todo cuando os desvele el ingrediente secreto con el que los acompaño: chorizo picante riojano!!!! Os prometo que está de rechupete y que no tiene nada que ver con ese chiste de las gambas mojadas en café con leche.
Dicho todo esto, vamos a ello. Picamos la cebolla muy pequeñita, partimos el chorizo en rodajas y cada una en cuatro o seis trocitos. También picamos el ajo al gusto con el instrumento ad hoc, para que no queden trozos sino sólo un poquito de sabor, y procedemos a freírlo todo con un buen aceite (de oliva, ya que nos ponemos).
Añadimos unas hebras de azafrán y le damos dos vueltas a todo antes de incorporar un chorrito generoso de vino blanco a la cazuela (y otro para la cocinera). Previamente hemos aclarado los mejillones en agua y les hemos librado de “las barbas” que nos pueden estropear el plato.
Es el momento de meter los mejillones en la cazuela con un poquito de laurel, tapar y dejarlos que se abran al vapor de este sofrito preparado con cariño.
Controlamos la situación, les damos una vuelta y añadimos perejil fresco por encima antes de servirles esta delicia a nuestros invitados, que necesitarán pan para mojar de lo rico que nos ha salido. Ya me contaréis cómo os ha ido la experiencia.