Ingredientes
- 250 ml. de leche
- 550 ml. de nata líquida
- 5 yemas de huevo
- 170 g. de azúcar
- 1 vaina de vainilla
- 250 g. de grosellas
- 50 g. de azúcar
Preparación
Ponemos a calentar a fuego lento la leche, la nata y la vaina de vainilla haciendole un corte a lo largo de toda la vaina, es importante que esta mezcla no llegue a hervir. Por otro lado, batimos las yemas de huevo con el azúcar hasta que blanqueen y estén espumosas.
Retiramos la vaina de vainilla de la mezcla de nata y leche, y le añadimos las yemas de huevo removiendo sin parar para que no se cuajen, y seguimos removiendo hasta que vaya espesando. Recordad que no puede llegar a hervir. Cuando haya espesado lo apartamos del fuego, y lo dejamos enfriar en el frigorífico durante unas 4 horas (esto depende del tipo de heladera que tengamos y si lo vamos a hacer sin heladera no es necesario meterlo en el frigorífico).
Con la mezcla completamente fría, ahora ya solo queda pasarla a la heladera y dejarla el tiempo necesario según cada aparato, nosotros la tuvimos 30 minutos.
Mientras tenemos el helado en la heladera, ponemos las grosellas en una sartén con el azúcar unos 5 minutos hasta que el azúcar que se haya fundido y las dejamos enfriar, luego las escurrimos. Reservamos
Una vez sacado el helado de la heladera le añadimos las grosellas con movimientos envolventes hasta que se integren bien, y lo pasamos al recipiente donde lo congelamos hasta el momento de servir, es preferible que sea un recipiente metálico pues favorece la congelación.
Si lo vamos a hacer sin heladera, ponemos la mezcla en un recipiente junto con las grosellas y metemos al congelador. Cada 30 minutos lo sacamos y lo removemos para que no se formen cristales de hielo y nos quede un helado cremoso, repetimos esta operaión unas 3-4 veces cada 30 minutos, y luego ya lo dejamos congelar hasta el momento de servir.
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