Para preparar unas gambas al ajillo sólo necesitaréis cuatro ingredientes básicos: aceite de oliva, ajos, gambas y cayenas (si no podéis conseguirlas pueden serviros guindillas picantes o chili pueden serviros).
Las gambas no deben estar cocidas. Hay que comprar gambas frescas (o congeladas si queréis, pero que no hayan sido cocinadas previamente). Si el plato se prepara con gambas cocidas no sale bien.
A la hora de elegir las gambas no hace falta tampoco irse a por las más caras, aunque cuanto mayor sea la calidad de los ingredientes que pongáis más rico os quedará el plato (las de la foto son gambas tigre). Lo que sí recomiendo es que busquéis un tamaño grande o mediano tirando a grande. Las gambas pequeñas reducen en seguida y no se disfrutan tanto, aunque cundan más.
Para empezar pelamos cuatro dientes de ajo o cinco y los cortamos en láminas no muy finas. Pelamos también las gambas y las reservamos. Preparamos las cayenas (yo suelo poner tres o cuatro porque me encanta el picante, pero dependerá de lo que os guste). Si las echáis enteras, el resultado será menos picante que si las incorporáis en trocitos.
Ponemos una cantidad generosa de aceite a calentar y cuando esté caliente añadimos los ajos. Cuando empiecen a perder su tono blanco incorporamos las cayenas.
En el momento en que el color de los ajos comience a dorarse deberemos añadir las gambas. Cuidado porque si utilizáis gambas congeladas, el aceite puede saltar bastante.
Con una cuchara u otro utensilio de madera les daremos la vuelta cuando observemos que van tomando ese color naranjita tan rico. Y desde el momento en que las hayamos puesto por el otro lado, habrá que prestar atención para que no se reduzcan demasiado.
Así, en cuanto veáis que menguan ligeramente, un par de milímetros máximo, es hora de sacarlas.
Antes de terminar, quería comentar que es mejor preparar las gambas al ajillo en una cazuela de barro, ya que así se conserva mejor el calor. Si las tenéis que cocinar en sartén (como yo) podéis pasarlas después a un recipiente de barro o cerámica y tapar con papel de aluminio hasta que se vayan a consumir, aunque es mejor comerlas en el momento.
Por último, aseguraos de que tenéis pan en casa el día que preparéis este plato, porque los barquitos son inevitables!