Hace calor y para refrescarme no encuentro mayor placer que coger una lata de Coca-Cola bien fresquita de la nevera, un vaso con hielo y un trocito de limón. Dejas que caiga por tu garganta mientras sus miles de burbujas te van “quemando” poco a poco. Tiene un sabor irresistible, inconfundible, inigualable, inimitable… Coca-Cola tiene un sabor contundente, refrescante en su justa medida, aunque puede resultar algo empalagosa si la tomamos en cantidad excesiva y caliente. La presión del resfresco es muy importante y no es lo mismo en botellas de 2 litros porque abiertas en un día pierden toda la presión… y sin las burbujitas una coca-cola no es lo mismo. Entonces se convierte en algo empalagoso… parece que estás bebiendo agua con azúcar.
Yo prefiero tomarla en latas de 33 cl. o en botellas pequeñas de cristal. Si, de cristal, porque con las de plástico si han estado a una temperatura poco adecuada nos llevamos el disgusto de que el refresco sabe diferente, como a plástico. No me gustan nada los sucedáneos que te sirven en las cadenas de comida rápida, en vasos de cartón que ahí no tienes ni sabor, ni burbujitas; es puro jarabe mezclado con agua carbonatada. Y mejor no hablar de los sitios en los que pides Coca-Cola y te sirven Pepsi… ala!, si tan ni siquiera avisarte de que vas a beber puro “jabón”… pero bueno, eso es otro cantar…
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