Bombones rellenos de almendras con ron

Bombones hechos en casa, con cariño, mejorando la receta poco a poco. Un descubrimiento a raíz de un despiste. Un descubrimiento para mis bombones.

No son pocos los descubrimientos que se han realizado por un fallo, accidente o despiste de sus autores. Recordar la sacarina, el marcapasos, el refresco de cola (¡qué curioso! Su descubridor estaba buscando una medicina para el dolor de cabeza, y al mezclar varios ingredientes -secretos aún-, salió este refresco, que se vendió en farmacias durante unos años). Pero el más conocido de todos es la penicilina de Fleming, un científico muy despistado que se dejó, en 1928, una placa de un cultivo con la bacteria del stafilococo en la mesa de su laboratorio y se fue durante dos semanas de vacaciones. A su vuelta, comprobó que el cultivo se había contaminado con un hongo que impidió que creciera la bacteria. Había descubierto ¡el antibiótico!

Y navegando por internet, he descubierto además cosas tan interesantes como el velcro, el celofán, el blandi-blub,  las notas Post-it y hasta las patatas chips.

Bueno, pues esto va a que el sábado le encargué a Manuel (mi chico de 15 años) unas tabletas de chocolate con leche, y me trajo chocolate con almendras. Al principio protesté, pero luego pensé que tendría que darle salida. Su equivocación me llevó a conseguir algo que me dió mucha alegría, por el resultado obtenido. Asi es que preparé estos bombones.

Ingredientes:

90 gramos de chocolate negro, 90 gramos de chocolate con leche, 90 gramos de chocolate blanco, 35 gramos de manteca de cacao.

Para el relleno:

150 gramos de chocolate con almendras, una cucharadita de ron, 60 gramos de chocolate blanco.

Preparación:

Trocea todos los chocolates, menos los que vas a utilizar para el relleno, pon dos terceras partes en un cazo, dentro de otro más grande al baño maría, derrite con cuidado, hasta alcanzar los 45º (me compré un termómetro de cocina). Si no tienes termómetro, no pasa nada, lo derrites, y al echarle el otro chocolate, ya se atempera. Aparta y añade la tercera parte restante y la manteca de cacao, remueve hasta que se derrita y se mezcle todo, y pon al fuego unos segundos más.

Echa en los moldes, y remueve para que el chocolate cubra todo el molde, el fondo y los laterales, dale la vuelta al molde y ponlo sobre una rejilla, con un plato o bandeja debajo, para recoger el chocolate que caiga. Mete en el frigorífico y prepara el relleno.

Igual que lo anterior, trocea el chocolate con almendras, echa dos terceras partes, con otras dos del chocolate blanco y derrite al baño maría de la misma forma que el anterior, echa el chocolate restante y remueve bien.

Añade la cucharadita de ron. Al echar el líquido, el chocolate se endurece (esto ocurre si le cae alguna gota de agua), pero en este caso, al echarle el ron, y quedarse más duro, me sirvió para hacer el relleno.

Otro despiste que tuve otra vez que hice chocolate, pero que ahora lo utilicé a conciencia, para hacer el relleno cremoso, Remueve bien. Saca el molde del frigorífico, y si está ya frío con un cuchillo separa del molde las gotas y el sobrante del chocolate. Al secarse se quita más rápido y fácil.

Rellena los huecos con esta crema espesa, sin llegar hasta arriba del molde, vuelve a meter en el frigorífico, y espera una media  hora. Termina de rellenar con parte del chocolate derretido al principio, el que no tiene almendras, así quedarán los bombones sellados.

De nuevo mete en el frigorífico, y deja unas dos horas, hasta que se enfríe del todo, como yo soy muy impaciente, y tenía curiosidad por ver cómo salían, los saqué antes de tiempo, y no quedaron muy bien por fuera. ¡Pero es que estaba deseando verlos!

¡Bueno, bueno! Por supuesto, mejorables, lo sé, pero qué ricos, qué sabor más suave le da el ron, y los trocitos de almendra. Algunos los rellené con trocitos de otras tabletas de chocolate que me había traído mi prima Reme de Suiza (que siempre trae tabletas de distintos rellenos). Pues había un trozo de chocolate con yogur, que no se comía nadie, y aproveché para derretirlo, añadirle más, y rellenar con esto otros bombones.

Al tirarles el bocao o partirlos por la mitad, se ve la diferencia del chocolate que cubre el bombón, y del relleno. ¡Bueno, eso a quien le dé tiempo, porque tanto Manolo, como Manuel, se metieron el bombón entero en la boca, y sólo se dieron cuenta del sabor, no del resultado tan bonito que conseguí. ¡Estos hombres!