Para esta tarta es imprescindible disponer de un molde redondo de cristal o de acero inox. , también vale de porcelana, incluso puede ser que sirva de plástico, pero la verdad es que el plástico me gusta poco para este tipo de cosas. El molde que utilicé yo y que me dio justo para todos los ingredientes utilizados, lo compré en IKEA y tiene un diámetro de 20 cm.
Ingredientes
- 1 plancha de bizcocho de chocolate (la receta está AQUÍ)
Para el relleno
- 100 gr. de azúcar
- 200 gr. de nata
- 1/2 litro de leche
- 300 gr. de turrón blando de gijona
- 2 sobres de cuajada
Para la cobertura
- 200 gr. de chocolate negro
- 200 gr. de nata
Para las hojas
- Chocolate negro de cobertura (80 gr.)
- Chocolate blanco (30 gr.)
- 5 o 6 hojas de árbol (yo usé de limonero)
Elaboración
Para seguir un guión, os diré que primero hay que hacer una plancha de bizcocho de chocolate, la receta la podéis encontrar pinchando aquí.
Mientras tanto podemos adelantar y hacer unas hojitas de chocolate:
Escogí unas cuantas hojas del limonero de mi terraza (pobre), las lavé bien y las sequé entre dos hojas de papel de cocina. Fundí el chocolate blanco en el microondas (ya sabéis en tramos de 45 seg.y comprobad, así no se os quemará), puse las hojas con la parte interior hacia arriba, así los nervios de las hojas quedarán fijados en el chocolate, pinté con el chocolate blanco una parte de la hoja y lo dejé secar.
Misma operación con el chocolate negro. Una vez fundido éste, pinté las hojas por encima de la pincelada de choco blanco que ya estaba seca y dejé secar. Cuando estuvieron secas (os podéis ayudar a que sequen antes poniéndolas en la nevera un ratito (media hora más o menos) le di otra capa de chocolate negro y otra vez a la nevera. Cuando estuvieron bien secas las fui desmoldando con cuidado. También podéis ponerle un palillo a la hoja y pintar el chocolate sobre él, de ese modo la hoja de chocolate estará incrustrada en el palillo y será fácil de clavar en la tarta.
Cuando tengamos hecha la plancha de brazo y dejándola solo templar sin que llegue a enfriar(es bueno que esté un poco tibia así será más manejable a la hora de forrar el molde redondo que tenemos) despegamos el papel de horno sobre el que la hemos cocinado y la ponemos sobre una superficie de trabajo. Lo primero será poner nuestro molde redondo boca abajo sobre la plancha de brazo y presionaremos fuertemente a fin de que quede marcado un círculo que nos servirá de tapa a nuestra tarta-bomba. Bien, ya tenemos el círculo, lo separamos para un plato.
A continuación vamos cortando trozos de la plancha y forrando el molde. Si tuviésemos una plantilla lo ideal sería ir cortando trozos en forma de V e ir colocándolos sucesivamente en nuestro molde redondo hasta que éste estuviese totalmente cubierto.
Yo no lo hice así, yo lo hice como mi intuición me fue aconsejando, corté un trozo y forré parte del molde, los demás trozos fueron más grandes o más pequeños en función de los anteriores.
Una cosa es importante, debéis de ir presionando con los dedos de tal modo que quede muy prieto y ningún hueco entre medias. Si veis que queda un poco flojo, le metéis un trozito entre las juntas y apretáis bien con los dedos, al estar un poco templado se une sin dificultad. Lo divino de la muerte es que haya cuantos menos trozos que cubran nuestro molde, mejor, pero si tiene que haber algunos pequeños para rellenar huecos, no importa, no os preocupéis, pensad que después le pondremos una generosa capa de chocolate que tapará imperfecciones.
Seguimos con nuestra tarta-bomba. Una vez que hemos cubierto todo nuestro molde con la plancha de brazo, reservamos y vamos con el relleno:
Con Thermomix:
Trituramos la tableta de turrón unos segundos en velocidad 5-10. Añadimos el resto de los ingredientes del relleno y programamos 8 minutos 100º velocidad 3.
Sin thermomix:
Podemos desmenuzar un poco el turrón y ponerlo en la batidora con la leche y batir hasta que se disuelva. Lo volcamos en un cazo con el resto de los ingredientes y lo ponemos al fuego como en el paso anterior, es decir 8 minutos revolviendo hasta que esté muy caliente pero sin que llegue a hervir. Ojo, es muy importante que no llegue a la ebullición, si hierve, pierde propiedades la cuajada.
Si tenéis alguna duda, por favor, preguntadme lo que queráis.
Rellenamos con la crema el molde y lo hacemos con cuidado, vertiendo la crema con una cuchara. Cuando hemos vertido toda la crema, nos aseguramos que los bordes estén ligeramente impregnados y ponemos la tapa que hemos reservado desde el principio. Presionamos sobre la misma ligeramente, apenas un poquito para que se compacte pero no olvidando que acabamos de rellenar con una crema casi líquida y no queremos que se nos rompa.
A continuación introducimos en el frigorífico la tarta y la dejamos para que cuaje durante más o menos 6 horas. Os confieso que la última media hora , metí la tarta en el congelador, pensando que cuanto más fría estuviese más posibilidades de éxito tendría la temible hora de desmoldar. Pues yo no sé si fue por eso o porque estaba de estar, pero el desmolde fue apoteósicamente genial.
Precauciones para desmoldar.
Puse agua caliente en un recipiente lo suficientemente grande como para que el molde de mi tarta cupiese en él, no llegué a meterlo totalmente, solamente hasta la mitad más o menos. Después pasé un cuchillo de hoja fina por el borde de arriba, justo por donde había colocado la tapa, a continuación puse un plato, lo dí vuelta como una tortilla y tachí, tachán, la tarta dada vuelta y perfectamente redonda, madre mía, qué nerviossssssssssssssss, no me lo podía creer, mi tarta-bomba iba camino de convertirse en realidad.
Bien, la cosa iba bien. Ahora había que preparar la cobertura y la hice así.
Puse en un cazo al fuego la nata y el chocolate y revolví hasta que se formó una cremita con la que bañé mi tarta-bomba.
Cuando el chocolate no había secado le espolvoreé pistachos picados (yo los piqué en el mortero) y comencé el montaje de la tarta que no necesita ni explicación, es lo que veís.


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