Es conveniente que las almendras sean de la cosecha de este año. Yo intento comprarla a alguién que seguro que no hay duda que están recién cogidas, pero se puede comprar ya pelada.
La noche anterior se escaldan y pelas las almendras, se dejan escurrir encima de un trapo de cocina. Al día siguiente se tuestan en el horno, y cuando están tibias, se pasan por la trituradora con la pieza más grande.
Se reservan dos o tres cucharas de la pasta que tenemos. Y el resto se mezcla con el azúcar molido, y se vuelve a pasar por la trituradora, con la pieza más estrecha.
Sólo queda añadir la cantidad que hemos reservado antes, forrar las cajas de madera con papel cebolla, o de horno, y con los dedos ir presionando la pasta, hasta formar la barra. Nos daremos cuenta de que la almendra es buena y ha salido bien, porque las manos se nos impregnan del aceite que va soltando. Tapamos con el papel, y listo para probarlo, ¡no antes de Nochebuena!.
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