Da exactamente igual lo que te sirvan, cómo lo llamen o a qué sepa. Cuando voy a Burger King me siento como una cabeza de ganado, soy un borrego esperando cola para comer algo infame. En esta ocasión la hamburguesa se llama Burger King Xtreme, pero eso es lo de menos cuando tengo que sortear con mi bandeja en ristre toda una suerte de sillas y restos de comida en el suelo para mirar en qué mesa del restaurante puedo comer sin retirar bandejas de otras personas.
La verdad es que hoy he tenido suerte. Nadie ha pedido la Burger King Xtreme y cuando abro el papel envoltorio de la hamburguesa todavía está caliente. Entre gritos de niños que se tiran patatas fritas (qué mejor uso que el de proyectil) y una madre que pide al empleado la clave de acceso para entrar al baño, creo que definitivamente el ambiente no es el punto fuente de Burger King.
Pero la descripción de la hamburguesa es tentadora: “King Xtreme, es una exquisita hamburguesa de gran tamaño compuesta por deliciosa carne hecha a fuego, 2 lonchas de queso cheddar fundido, crujiente bacon, tomate y cebolla natural, lechuga y acompañado de ketchup, mayonesa y mostaza francesa”. Se les olvidó decir que el pan de la hamburguesa es tipo francés, y que de las dos lonchas de queso cheddar fundido sólo me tocó una, mala suerte la mía.
La King Xtreme es una Whopper pero con más ingredientes y un poco más grasienta por las salsas que lleva. El pan francés es tierno pero empapa demasiado pronto con las salsas y queda demasiado blando para mi gusto. Lo único que me gustó de la King Xtreme, fue el sabor intenso y frío de la salsa de mostaza, y nada más…
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