Gazpacho de fresones

Después de un duro día de trabajo, meterse en la cocina para hacerse la cena puede ser un placer, sobre todo si es un gazpacho fresquito...

Ingredientes

  • 1 diente de ajo pequeño
  • 1/2 pepino
  • 2 cortadas de pan de molde sin corteza
  • 2 cucharadas soperas de mermelada de fresa o cereza
  • 1 sobrecito de ketchup
  • 300 grs. de fresones
  • 200 grs de tomates 
  • 250 ml. agua
  • Aceite, sal y vinagre
  • Dos anchoas

Elaboración

Marina entró en la cocina y respiró. Todo estaba en orden, no como su vida últimamente, con tantos acontecimientos que no sabía por donde empezar a arreglarla. Ya había dejado el bolso en el armario y se había bajado de sus tacones. Una toallita quitó los restos de un maquillaje sudado y reseco y cambió el vestido de marca por unos leguins de mercadito y un delantal.

El momento de lavarse  las manos era siempre especial, las bacterias caían por el fregadero junto con su mal humor y su cansancio, y el cerebro comenzaba a generar endorfinas que le hacían sentirse muy bien. Sacó los tomates de la bolsa, perfectos, maduros, de un rojo casi granate pero tersos y duros, como los músculos del último chavalín con el que había estado. Aspiró el aroma de los fresones. Aunque ya no era época, aquellos eran de Valencia y tenían un sabor y olor especial. Aunque vivía sola siempre cocinaba para ella. Era su ritual para alcanzar el nirvana. Nunca era nada premeditado si no lo que le inspiraba el día, o algún ingrediente que le guiñaba el ojo al pasar por la verdulería como aquellos fresones. Puso el agua a hervir. Lavó los tomates y retiró los rabitos.

Les hizo un corte superficial en la parte de bajo en forma de cruz y los introdujo en el agua cuando hervía  a borbotones. Esperó medio minuto y los sacó. Los pudo pelar con facilidad, pensando que debería ser tan fácil poder quitar los prejuicios de algunas personas, como quitar la piel de los tomates. Los cortó por la mitad y desechó las pepitas y la parte dura. A continuación lavó las fresas, volvió a olerlas, y sonrió. Aquel aroma le hizo imaginar el abrir una botellita de cava y llamar a …pero no, puso todos los ingredientes en el vaso de la THM y picó hasta que no hubo ningún ingrediente reconocible.

Le encantaba aquel cacharro, tan fiel y fuerte, sobre todo desde que se había librado de la presentadora que no paraba de pedirle que hiciera reuniones con amigas, y era lo que le faltaba…Aderezó con la sal, vinagre y aceite. Sabía que el aliño es lo que le da personalidad a los platos, como el carácter a las personas. Está el sosito, el picante, el aceitoso, por eso era tan importante ir vertiendo y probando hasta dejarlo con la proporción exacta.

De repente sonó el teléfono, era su amiga Mª José. No se lo pensó dos veces y le dijo vente y me lo cuentas tomando un gazpacho de fresones que te va a quitar el hipo. Sirvió el gazpacho en dos boles adornado con fresones cortaditos y hojas de albahaca, y puso una anchoa en cada uno. Cuando sonó el timbre ya se había quitado el delantal. Y con su amiga, cucharada a cucharada, y confidencia a confidencia, aquel gazpacho las llenó de vitaminas, y antioxidantes y reforzó sus lazos, sus risas y su paz.