La iniciativa de introducción a la enología de la Escuela Española de Cata nos sumerge de forma natural en el enrevesado y complejo mundo de los caldos, con un vocabulario cercano, y una metodología eficaz. A partir de ahora nadie podrá decir que no lo tenemos fácil para empezar a entender de vinos. En primer lugar por el flexible abanico de horarios en los que se imparte el curso. Por ejemplo, en mi caso por motivos laborales me vi obligado a elegir las dos sesiones de los sábados por la tarde de 4 horas cada una. Así que por el horario no hay excusas.
Otra grata sorpresa: la media de edad de los asistentes, que no superaba los treinta y tantos años, circunstancia que hacía inmejorable el ambiente del aula de la madrileña calle de Alcalá. Gente joven con ganas de aprender y pasarlo bien.
El primer sábado es el más distendido, con un total de 10 vinos a catar y otros tantos olores para ir entrenando el sentido del olfato. Catamos cuatro tipos de vinos blancos, cuatro rosados y dos tintos jóvenes. Las clases son eminentemente prácticas, y contamos con la ayuda del profesor que nos guía a través de un complejo universo de olores y sabores.
El segundo sábado prepararos para lo bueno. Más de diez tintos de crianza, reserva y gran reserva, y un vino de autor, que por cierto estaba delicioso (incluso mejor que algún gran reserva). Y para poner la guinda al curso, no podía faltar uno de los mejores aliados para realzar el sabor del vino, el queso.
En definitiva, os aconsejo la experiencia no sólo para poder “saber de vinos”, que así es como se llama el libro que obsequian con el curso, sino también para pasar un rato divertido en un ambiente inmejorable.
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