Suaves y deliciosos, los alfajores son un postre que en el Perú no puede faltar en las fiestas de cumpleaños de los niños, aunque gusta por igual a grandes y chicos.
Su origen se remonta a la llegada de los españoles a tierras americanas pues fueron ellos quienes lo introdujeron en la región. En realidad la palabra alfajor proviene de un vocablo árabe que significa “relleno” y precisamente fueron los árabes quienes inventaron este postre que fue adoptado por los andaluces. Posteriormente, fueron las comunidades religiosas las que lo llevarían a las colonias en la forma de dos galletas hechas de masa de almendras, o de bizcocho, rellenas con mermelada o miel. En Latinoamérica los alfajores se adaptaron, e incluso mejoraron, tomando diferentes características.
Así en Perú y Argentina las galletas, hechas con harina de maíz o trigo, empezaron a rellenarse con manjarblanco o dulce de leche. Hoy en día, en Argentina, son el dulce popular por excelencia y se consumen por miles. Se diferencian de los peruanos en que, por lo general, tienen tres capas de relleno, son glaseados por fuera y se hacen también de chocolate. Los alfajores peruanos son más delicados. Las galletas suelen elaborarse con maicena, lo que les brinda una suavidad extrema y muchas veces se trabajan en miniatura lo que los hace aún más exquisitos, aunque también los hay de tamaño grande para los más golosos.
La receta que tengo de alfajores la aprendí -como tantas otras que he colocado en este blog- de mi mami, y es tan buena que durante un tiempo en el que me quedé sin trabajo, con mi prima Silvia, nos dedicamos a hacerlos para la venta con un éxito total. Recuerdo que hacíamos cientos al día que se vendían como pan caliente.
Desde que llegué a Zamora no los había comido, un poco por la pereza de hacerlos, pues los ingredientes para prepararlos se encuentran aquí fácilmente. Por eso, aprovechando la visita de una de mis sobrinas mi mamá me mando una buena cantidad de alfajorcitos que he disfrutado al máximo. Por supuesto no me los comí todos solita y puedo asegurar que quienes los probaron quedaron encantados. Así que he rescatado la preparación, que guardo en mi primer cuaderno con recetas que escribí cuando era una niña y que atesoro como oro en paño, para compartirla con los lectores de Mixturas.
Ingredientes:
- 1 taza de harina sin preparar (sin leudante -levadura-)
- 1 taza de maizena
- 1 taza de margarina
- 1 yema
- 6 cucharadas de azúcar en polvo (glas)
Cernir la harina, la maizena y el azúcar. Mezclar con la margarina, que debe estar a temperatura ambiente, y amasar lo suficiente para unir. Incorporar la yema trabajando la masa suavemente. Estirarla por partes con un rodillo, sobre una superficie enharinada, para poder formar discos de medio centímetro de grosor. Llevar las redondelas de masa al horno, precalentado y a temperatura de 175º, en una lata o bandeja de horno sin engrasar. Dejar que doren ligeramente, aproximadamente 15 minutos. Sacarlas del horno y dejar que enfríen.
Ya frías unir dos galletas rellenándolas con manjarblanco y pasarlas por azúcar en polvo (azúcar glas).
Manjarblanco.
Para elaborar este dulce de leche sólo se necesita un tarro de leche evaporada y ¾ de taza de azúcar. Llevar al fuego lento y dejar que tome punto moviendo constantemente. Se sabe que está listo cuando, al moverlo con la cuchara de palo, se puede ver el fondo de la olla.
Otra forma es hacerlo con leche condensada. Para ello sólo basta con poner en una olla la lata cerrada con agua que la cubra y dejar que hierva durante dos horas.