¡Menudo descubrimiento!, pues qué te parece, tenía una pereza para hacer la cena increíble, de hecho, pasé por el super compré pan y jamoncito serrano para no complicarme la existencia, pero maruja de mí ya que estaba allí también compré una pechuguita para hacer estos tallarines que pongo aquí al día siguiente ¿al día siguiente? como poseída por venir imaginándome como los haría mientras llegaba a casa me lancé a los fogones y resultó ser una receta increíblemente fácil, impensablemente rápida e impactantemente deliciosa.
Mientras guisamos un cuarto kilo de tallarines, justo el tiempo que indique el fabricante, echamos un poco de aceite (casi nada) en el fondo de una sartén amplia y lo ponemos a fuego vivo, casi a tope, echamos una cebolla pequeña y un cuarto de pimiento verde cortado en trozos hermosos (como en el chino), medio calabacín en rodajas muy finas y unos champiñones laminados, a esto le vamos dando vueltas a menudo porque al tener poca aceite y el fuego fuerte se nos puede quemar, a los tres minutos añadimos media pechuga hecha tiritas finitas y la punta de una cucharilla de postre de sal y venga y dale a dar vueltas a todo.
Cuando la pechuga haya perdido su color rosado y se vuelva blanquecina es el momento de agregar una cucharada de miel y 100 mililítros de salsa de soja, revolvemos bien y bajamos el fuego para que hierva pero suavecito. Añadimos si tenemos unos brotes de soja y a todas estas la pasta ya habrá cocido, ya les digo que el salteado no nos llevará más tiempo que lo que tarde la pasta en cocer, fíjense si es rápido el invento.
Pues nada, escurrimos la pasta la devolvemos al caldero y agregamos el salteado, removemos bien y eso sí, servir de inmendiato para que la pasta no embeba la salsa de soja.
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