La historia del cruasán es una leyenda histórica y nace como uno de los actos festivos al salvarse Austria de una invasión otomana a finales del siglo XVII. En 1683, los soldados otomanos al mando del gran visir Mustafá Pachá (fundador de tan célebres garitos, y de vivir de PM), después de conquistar la mayoría de las regiones a orillas del Danubio, levantan un cerco a Viena, que después de Constantinopla hubiera sido la primera conquista importante en Europa.
Los turcos otomanos habían adoptado el símbolo de la medialuna (que luego ha pasado a ser un emblema musulmán) al conquistar Constantinopla en 1453, en efecto la ciudad de Constantinopla tenía como uno de sus emblemas una medialuna; el emblema constantinopolitano (esto probad a decirlo con la boca llena de croissants) se originó en la Antigüedad precristiana cuando Constantinopla era una colonia griega llamada Bizancio, en esa remota época la ciudad de Bizancio se salvó de ser asaltada y tomada durante un ataque nocturno merced a que por la luz de la luna sus defensores vieron una brecha en las murallas, los bizantinos entonces paganos decidieron homenajear a la diosa lunar Artemisa utilizando su símbolo (la medialuna) como emblema.
Volviendo a la historia del postre: durante varios intentos de asalto, poco exitosos, contra los vieneses los turcos decidieron atacarlos por sorpresa con una nueva estrategia. Pensaron en socavar el terreno y así evitar las murallas pero actuando sólo de noche. Los panaderos, que trabajaban a esas horas se dieron cuenta de la amenaza una noche y dieron la alarma de tal manera que al final fueron los defensores los que tomaron por sorpresa a las tropas musulmanas obligándoles a levantar el sitio. Después las tropas austriacas del emperador Leopoldo I, bajo el mando del rey de Polonia Jan III, terminaron de expulsar del país al ejército enemigo.
Se dice entonces que los panaderos, como agradecimiento, elaboraron dos panes: uno con el nombre de “emperador” y otro Halbmond, en alemán: “media luna”, el actual croissant, como mofa de los turcos otomanos.(Fuente:Wikipedia… menos de los chistes malos)
Ingredientes (yo he hecho la mitad de ingredientes, no tengo músculo para estirar tanta pasta)
- 510 gr. de harina de pan
- 35 gr. de mantequilla a punto de pomada
- 11 gr. de sal
- 72 gr. de azúcar
- 15 gr. de leche en polvo
- 12 gr. de levadura fresca de pan
- 205 gr. de agua a temperatura ambiente
- 15 gr. de azúcar vainillado, vainilla en polvo o una vaina de vainilla (a elegir)
Para hojaldrar: 88+88 gr. de mantequilla. He usado la de Hacendado (Mercadona) que tiene un 80% MG igual que la de Président
Para pintar (antes de hornear)
- 1 huevo entero
- 1 cucharilla de azúcar
- Una pizca de sal.
- 80 gr. de azúcar
- 30 gr. de agua
Diluimos la levadura en agua a temperatura ambiente, hasta que se haya disuelto totalmente. Amasamos todos los ingredientes menos las mantequillas. A medio amasar añadimos la primera mantequilla y seguimos amasando hasta que se haya incorporado totalmente.
Así durante unos 5 minutos. Formamos una bola, la cubrimos con plástico de cocina (film) y dejamos reposar durante un par de horas en el frigorífico. Aviso desde ya que es una masa bastante dura y cuesta estirarla porque tiende a retraerse a pesar del reposo, de hecho yo habría dicho que le sobra harina… pero como no soy muy entendida en masas hojaldradas sigo las recetas al pie de la letra como una buena chica 😛
Pasado el tiempo, extendemos la masa en un rectángulo de un centímetro de grosor. Esto es un rectángulo aunque no lo parezca, es que está tomada la foto en perspectiva porque encima tengo un mueble que no me deja hacer la foto desde arriba.
Extendemos la mitad de la mantequilla para hojaldrar (88 gr.) sobre 2/3 de la masa,
de modo uniforme, intentando que no llegue al borde (para que no se salga) y le damos la primera vuelta, tal y como se ve en imagen. Primero doblamos el tercio sin mantequilla hacia el centro,
y luego el otro tercio hacia el centro.
Giramos 90º y volvemos a extender la masa
y procedemos a hacer las mismas dobleces (darle una segunda vuelta) esta vez sin haber echado mantequilla. Dejamos reposar 2 horas en la nevera.
Pasado este tiempo, repetimos todo el proceso anterior, con dos vueltas simples y con los 88 gr. restantes de mantequilla para hojaldrar. O sea otra vez estirar, poner mantequilla, doblar, estirar, volver a doblar ya sin mantequilla, y a la nevera. Esta vez lo dejamos reposar una hora antes de formar los croissants.


Mientras se hornea preparamos el jarabe calentando el agua y el azúcar hasta que se haya disuelto totalmente el azúcar. Retiramos los croissants del horno, pintamos y… a disfrutar!