Los ingredientes:
– 1 rabo de ternera
– 3 zanahorias
– 2 puerros
– 2 cebolletas
– 1 pimiento verde
– 2 ñoras
-1 hojita de laurel
– 1 clavo
– Perejil
– ½ l de vino tinto
– ½ l de caldo
– Sal, pimienta, un poco de harina y aceite
Después de salpimentar la carne la enharino y la frío hasta que esté bien dorada.
En una olla rápida con un poco de aceite pongo todas las verduras y las rehogo unos minutos, pongo la carne y añado el vino que dejo cocer unos minutos para que evapore un poco el alcohol y después el caldo, un poco de sal, el clavo, el laurel y las ñoras bien lavadas y sin sus pepitas. Tapo la olla y lo dejo cocer unos 30’. Retiro la carne a una fuente, trituro la salsa y la paso por un colador para que quede finísima.
Hasta aquí todo marcha según lo previsto, aún no he mezclado la carne con la salsa y como ya se que no se va a comer empiezo a pensar que hacer así que empiezo a deshuesarlo y lo pongo todo sobre un buen trozo de film con el que lo envuelvo dándole forma de chorizo y así pasa al congelador y la salsa en otro recipiente le hace compañía hasta su próxima actuación.
Llega otra comida con mis hermanos y me acuerdo del “chorizo” congelado y lo saco pensando como puedo aprovechar aquel montón de carne. Se me ocurrieron varias opciones, pero no veía en ninguna de ellas un final feliz y empecé sobre la marcha a cortar la carne en rodajas con mucho cuidado para que no perdiera la forma redonda tan bonita que tenía tras su cautiverio. Y otra vez ¿Qué hago con esta carne? Si la ponía directamente en la salsa para calentarla seguramente se desharía toda y quedaría bastante impresentable, así que opté por la tercera opción.
Más ingredientes:
– Harina y huevo para rebozar
– 3 puerros
– Un trozo de membrillo
– Aceite para freír
Pasé las rodajas por un poco de harina, poca, por huevo batido y las fui friendo, las reservé sobre papel de cocina.
Para alegrar un poco la salsa anterior que tenía congelada poché bién los puerros, a los que al final añadí el membrillo que mezclé bien hasta que estuvo bien deshecho.
Lo trituré en la turmix y lo pasé por el colador para que no tuviera ningún hilillo de los puerros y mezclé las dos salsas.
Puse la salsa en una cazuela amplia y coloqué encima las rodajas fritas. Como no quería que cociera ya mucho más lo calenté en el horno justo antes de servirlo.
Lo acompañé con una rica ensalada de col (si queréis os cuento otro día como la preparo) que aportaba algo de frescura a una carne tan contundente.
El resultado, para mí, delicioso, espero que os guste.